jueves, 2 de septiembre de 2010

Mi gran compañero de cama

Por suerte hace tiempo deje de dormir sola, siempre pensé que mis viejos no me lo permitirían, pero las cosas se dieron de otra manera.
Podría decir que dormir en mi cama ya no es lo mismo, puedo sentir su suave cabello rozando mi cuerpo, acurrucarme a su lado cuando tengo frio, sentir su respiración, casi siempre agitada.
De vez en cuando apoyo mi cabeza en su suave y espumoso cuerpo.
Puedo pasar horas, noches, acariciándolo, viendo como sus ojos se cierran cada vez que deslizo mi mano sobre el pelo que cae detrás de su oreja.
Aveces llega silenciosamente cuando estoy dormida, abre la puerta y mecánicamente se acuesta a mi lado. Me siento protegida, se que el me cuida.
Otras veces entra ruidosamente, desesperado salta sobre mi, enjuagando mi cara a besos, y es en ese momento que me despierto enfadada, preguntándome, ¡¿Por qué nadie le lava los dientes a mi perro?!